Estos tiempos


 

Estos tiempos

Recuerdo mi abundante cabellera lacia sobre mi frente, en el siglo pasado; pero allí está, siempre presente el espejo para mostrarme todos los días que el tiempo no pasa en vano. Sobrevivo en la tercera década del milenio, con una naturaleza que ha recobrado bríos y se ha apurado en hacer crecer el hielo sobre los polos de la tierra y sobre las cordilleras del mundo. En el planeta han reverdecido los bosques y  la fauna se ha multiplicado, sin necesidad de un pacto verde, ni un acuerdo de París. Algunas especies ingresan a las ciudades por las noches a reclamar los territorios que antes fueron de sus antecesores. La tercera parte de la población de humanos, que aún se mantiene en pie,  insiste en sus proyectos estratégicos de repoblamiento de la tierra y de la colonización de otros planetas. Los científicos buscan y no encuentran la piedra filosofal. En tanto, las estaciones climáticas han variado de sentido y el otoño es seguido por la primavera. El sol, a lo lejos, parece un cabo de vela parpadeando y contando los minutos de su extinción no prevista por los oráculos. En dos décadas las mutaciones del virus son incontables y nosotros, en el barrio, hoy celebramos el año nuevo con un festín de plátanos y maracuyás. Mientras tanto, los virus siguen mutando para mantener su linaje y, de paso, recordarnos que hace miles de años comenzamos la depredación y el carroñerismo perfeccionado durante siglos por la mezquina ambición individualista y, desde el 2020, por la reproducción de las desigualdades e inequidades por la mala aplicación de aquello que se propagandea como distancia social.

 

Martín Mendo

Pachacámac, diciembre 2020

Imágenes Google embajadaabierta.org

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