Pesadilla
A medianoche despertó ansioso, aplastado y sudoroso, con
la convicción plena de haber dormido mal. Entre brumas recordó que había tenido
una pesadilla endemoniada. Ya le habían contado que las pesadillas con
demonios eran de las peores, sin embargo, recordó a duras penas que entre
sueños eróticos se percató de la presencia de un demonio de piel escamosa, con lengua,
uñas y cola largas que, convirtió su
cama en una bailanta de todos los pecados. Al principio la relación sorpresiva le pareció
bien e incitó su curiosidad, aun cuando en
su conciencia había construido un muro para evitar la zoofilia. Hasta que en el
mejor de los momentos de las caricias, sintió un zarpazo que le dejó la
felicidad orgásmica a medio camino. Con esa pesadilla cualquiera se levanta
mal. Luego de estirarse en la cama se levantó para bañarse pero al ingresar a
la ducha se vio en el espejo de cuerpo entero un arañazo de veinticinco
centímetros que le cruzaba el vientre a
la altura del páncreas. Pasados los días y curado del susto sigue pensando si realmente tuvo una pesadilla mientras
dormía o si la pesadilla, libre de prejuicios y con autonomía, buscó un espacio
en su vida cotidiana.
Martín Mendo
Pachacámac, Abril 2018
Imágenes Google: eu.natlle.net
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