El sentido

Después de un día luminoso en Machupicchu una pareja de turistas nacionales arreglaron con los vigilantes para quedarse y gozar de una noche mágica junto a las piedras sagradas.

Sobre el techo del Templo del Cóndor se acomodaron para dormir, con sus mochilas bajo sus cabezas, de cara al firmamento.

El centro de sus miradas se convirtió en el azul claro del cielo brillante por la luz de las estrellas. 

En esas condiciones, extrañas a sus vidas cotidianas en una ciudad con  nubes grises y vastas contaminaciones, ingresaron sin darse cuenta a una conversación sobre el sentido de la vida, con la misma seriedad de antiguos y modernos filósofos.

Se sintieron transportados por un Machupicchu que, en la oscuridad, más parecía una nave interplanetaria en medio del cosmos.
Recordaron a Spock y Nyota Uhura en el Enterprise, la nave insignia de Star Trek.

Se identificaron con ellos y conversaron, como en la vieja película, sobre el rumbo a seguir.

Ella, siempre pragmática, escogió la galaxia más cercana llamada Andrómeda, que se encuentra a una distancia de 2.5 millones de años luz.

El,  más utópico, escogió la galaxia más lejana denominada EGS-zs8-1, extraordinariamente brillante y a una distancia de más de 13 mil millones de años luz.

Ambos solo basaron sus preferencias apoyados en la información académica aprendida -como pasadito por agua- en un sistema educativo que hasta ahora poco le importa la unión entre la teoría y la práctica,  como en este caso que, apropiados del dato, solo podían identificar un firmamento de estrellas sin nombres. 

Casi toda la noche  siguieron en vuelo con la intención de alcanzar su destino en un futuro impreciso que demoraría años y años. Hasta que cansados en su propio laberinto y por las horas de caminata, pensaron en esperar el invento de un transportador que los ubique en el planeta más bonito de  la galaxia de su preferencia.

Cerca al alba se quedaron dormidos hasta que  la luz del nuevo día los rescató del REM, aquel nivel del sueño profundo en que todos tenemos rápidos movimientos de ojos con párpados cerrados.

Al despertar,  vieron los colores de Machupicchu, sus alrededores de  verdes de misterios profundos, sus abismos por los cuatro lados  y el rio Urubamba serpenteando en el fondo.

Con la conciencia plena y el aire puro de ceja de selva amazónica, se dieron cuenta que el destino, más allá de sus grandes y distantes anhelos, estaba encarnado en lo mágico y placentero de su hoy día.

Muy por encima de las piedras que siempre obstaculizan sus caminos, pero que al subir sobre ellas para vencerlas, saben que logran el aliento necesario para seguir en el intento supremo de la lucha por la vida.

Martín Mendo
Marzo 2018

Imágenes Google: Taringa.net




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