La ballena y el dragón
Para
Marianita
Una leyenda
poco conocida es “La ballena y el dragón”, cuyo escenario es el vasto mar
frente a lo que hoy se llama San Pedro, de Lurín.
Dice
la leyenda que hace cincuenta y cinco millones de años existieron las primeras ballenas, con pezuñas, que siendo
terrestres y vegetarianas, se hicieron acuáticas para sobrevivir.
En
ese pasado muy lejano todavía no existíamos los humanos como principales
depredadores del planeta.
Junto
a ellas, en Suramérica Ocidental también existieron dinosaurios, llamados
dragones o “serpientes del abismo marino y de la montaña esplendorosa” que formaron
parte de las pocas especies que se salvaron de la extinción producida hace sesenta y cinco
millones de años por una supuesta caída de un meteorito o de una erupción de
volcanes.
Cuando
la tierra logró equilibrarse, el dios Viracocha, que luego de millones de años
fue reemplazado por otros dioses, ya había surgido de las aguas como el máximo creador.
Un
día su amado compañero el Pájaro Inti, le
informó que frente a poca distancia de la playa, un dragón estaba por cazar de
sorpresa a una ballena desprevenida.
Con
medio cuerpo sumergido y otro medio cuerpo dejando a la vista su dorso espinoso y duro, avanzaba sigilosamente pero
advertido Viracocha de sus intenciones y cuidando la perpetuación de la evolución de
las especies los convirtió en rocas pensantes.
Ahora
se sabe que el bien intencionado pero ingenuo objetivo fue darles tiempo a que
ambos reflexionen y volverlos a la vida en un deseable periodo de
reconciliación, con más fe que conocimiento del comportamiento de las especies.
Aún
continúan convertidos en piedra y los bañistas toman precauciones antes de
ingresar a las frías aguas y miran a la ballena y el dragón depredador por si
siguen en estado de quietud, como parte del paisaje permanente.
No
vaya a ser –piensan- que el dios Viracocha vuelva a revivirlos cuando ellos
estén gozando del baño de verano, en este Perú de aire enrarecido por los
crecientes desastres naturales y sociales en pleno inicio del tercer milenio
según el calendario occidental y cristiano.
Algunos creemos que eso no sucederá porque la ballena y el dragón seguirán pensando,
por siempre, sin hallar una solución armoniosa, salvo que desaparezca el eje
del planeta y naveguemos a la deriva en la galaxia, como un trompo que deja de
bailar y cae de bruces sin destino.
Martín Mendo
Lurín, Enero 2018
Imagen Google: Playa Lurín
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