Marginalia deseada

Hemos decidido avanzar en el cuidado del planeta. Los roperos de casa se han convertido en alojamientos de ropa de todos. Cuando necesito zapatos negros tomo los que utilizó Daniel en anterior ocasión. Como tenemos diferentes medidas, hemos producido un aditamento que llena la diferencia en la punta del zapato, cuidando que los dedos estén cómodos. La chompa que visto hoy es compartida. La camisa también. Se lava la ropa en turnos, utilizando procedimientos ampliamente consensuados en la familia para extraer los olores personales, sobre todo de la ropa interior, utilizando el sol y luego agua con limón y finalmente jabón de pepa de algodón y yerbas aromáticas como el toronjil. Es un lujo, porque quedan impregnadas de fragancia natural. Así cada uno tiene posición de ropa en cantidad y formas con los colores que antes no ha tenido. Esto ha servido para mejorar las reglas de convivencia basada en la cooperación solidaria, alejada de las promesas de discursos y oraciones habituales que no necesita el planeta, ni algún ser vivo desprevenido.

Vueltas de ciclo

He reciclado la camisa de mis hijos, los zapatos que compré en la década pasada, la flor de mastuerzo que guardo en mi retina para las mejores ocasiones y, hoy, consciente de mi labor ecológica fui a visitar al médico del hospital con intención de reciclarme.

En la primera cola de espera, como siempre, conversan mis compañeros sobre sus males y tristezas para reciclar sus entusiasmos. Atacan los problemas de país y tiran piedras contra los culpables, pero sin ponerse de acuerdo en la receta bendita, porque eso es lo que menos interesa.

De la estrategia política pasaron con la misma energía a la estrategia de futbol, después que cada uno confesó el amor por su camiseta crema o blanquiazul. Tampoco llegaron a buen puerto en la conversación, aunque eso es lo que menos interesa en un país que alimenta la filosofía “que robe pero que haga obra”.

En tanto, yo en silencio gozaba los giros de la conversación, los ida y vueltas de los argumentos de uno y otro lado, como si fueran vuelos de moscardones dibujando garabatos en el aire, hasta que me di cuenta que todos éramos recicladores de la vida y del futuro, aunque sea mordiendo una pálida empanada a la salida del hospital en la que los desperdicios son un asunto poco conocido por el paladar.

Paralelos

Tres viejos descubridores de piedras filosofales, cada uno por su lado, fueron invitados a disertar sobre sus nuevos descubrimientos. Se vieron y saludaron en el evento sin encontrarse, a pesar que se conocían de años. Cada uno presentó sus ideas marcadas en piedra en ausencia de los otros dos  y luego de la clausura, en algún momento de fugaz e imperceptible emoción humana, se despidieron antes de abandonar el evento para volver al mismo lugar de las tinieblas, en las que cada uno por su lado,  acostumbra meditar suficiente en su labor de reciclar ideas para arreglar la vida de otros.

Martín Mendo
Setiembre 2015

Imagen Google: lacomarcadepuertollano.com


Comentarios

  1. MANOLO, HE GOZADO DE MANERA ESPECIAL ESTA PUBLICACIÓN, NO SÓLO PORQUE NOS ACERCAS A TU MUNDO PRIVADO DESDE UN ÁNGULO DIFERENTE, SINO TAMBIÉN PORQUE COMPARTES SABIDURÍA PRODUCTO DE LA HUMANA CONVIVENCIA CUYO AROMA NOS INSPIRA.

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  2. Gracias Amy. Tambien por tu comentario en facebock, que en realidad no merezco: "Amigo gracias, por tu amistad y por lo mucho que sigo aprendiendo de ti y tu coherencia en tu forma de vida".

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