Disidencia.com
Busca
con insistencia en su pasado remoto para saber con precisión en qué momento se hizo
disidente de sí mismo.
Recuerda
sus primeros actos de disidencia en los gestos de desagrado por la papilla de papas
y carne sancochadas que le embutía su madre cada dos horas.
Tuvo
que soportar la violencia disfrazada de cariño hasta que ella se arrepintió cuando
lo vio como un lechón navideño al horno.
A
veces supone que su condición de disidente surgió mucho antes.
Quizá
el día del violento desalojo de las tibias
aguas amnióticas de la casa madre que sufrió como el peor de los desahucios
inmobiliarios.
Por
estas experiencias iniciales cree que siempre ha sido disidente aunque
ahora se ha convertido en un profesional con una insólita filosofía de vida
contraria a la de cualquier gregario sin filosofía que suma solo por sumar.
Con
mente abierta y corazón contrito prefirió
todas las formas de disidencia que le ofrecía la vida.
Desdeñó
la oportunidad de moldearse glamoures instantáneos destinados a concluirse de
una vez por todas en alada mariposa de muchos colores.
Se
distanció de ir inquieto innecesariamente por la vida.
De
estar en guardia siempre.
De
sonreír como en el mejor de los selfies.
De
festejar como victorias las metidas de pata de los jefes.
De
querer salir por aburrimiento de las zonas de confort.
De
reinventarse con escalpelo las arrugas profundas.
Dejó
de creer en las promesas al ver que sus hojas se caen por inercia en todos los
otoños.
Despreció agacharse para mirar hacia arriba y de patear el trasero de otros al
mirar hacia abajo.
Abandonó
las adicciones por las ofertas del mercado de pulgas y reptiles.
Dejó
de comprar con una mano la lotería de todas las semanas mientras niega con la
otra los discursos de las autoayudas de
moda.
Abandonó la acumulación de máscaras diseñadas para cada ocasión.
Se
distanció de las sonrisas perpetuas plastificadas.
Fue
disidiendo miles de veces por
quítame estas pajas
Hasta
que logró comprender que la disidencia individual era apenas una pequeña flor con
espinas de un rosal que habita circunscrito en unos palmos del planeta.
Desde
ese momento de lucidez que duró el instante de toda una vida se dio por
enterado que caminaría con gusto pleno por las calles aledañas y los bordes difusos
de las ciudades de la fe.
Orilla
tras orilla.
A
pie descalzo por años estuvo alimentándose de millones de palabras leídas en
los libros de la realidad que incluyen el uno por ciento de libros de papel y
tinta y aquellos llamados virtuales.
Experimento
tras experimento
En
carne propia fue dibujando su condición de disidente de perfil bajo.
De
persona incluida al revés en los cerros y los arenales junto a los que
mantienen las cosas pendientes muchas veces sin enterarse.
No
quiere ser una pálida mariposa nocturna cegada por los haces de luz de los
postes que alumbran en la calles solitarias durante las noches oscuras.
Pero
su disidencia se afirmó más casi sin darse cuenta.
Adquirió
cuerpo por la presencia cada vez mayor de disidentes de la disidencia que se acomodan
como niños con necesidad de abrigo en el regazo tibio de la sociedad y comienzan
a ser sensatos y a defender la profundización de la democracia en busca del mal
menor y de lograr representaciones con el mismo brillo de plomo de los
demócratas nativos que conocemos hasta el momento como la perfección de una de
las formas de sobrevivencia en la que todo vale.
En
ese nivel de disidencia de segundo piso ya no le quedó ninguna posibilidad de quedarse
quieto en el mapa de las simulaciones de la lucha por la vida.
Hasta
el momento su última decisión fue convertirse a su manera en uno de tantos disidentes
de sí mismos pero manteniendo con el brazo en alto la lámpara de la esperanza
en busca del encuentro con la multitud dormida en espera de su propio rikchary
llacta.
Se
hizo un asceta pagano.
Un
austero anacoreta de los desiertos de la costa.
Un
autoexiliado sin capacidad de aguar fiestas ajenas de horas locas.
Solo
insiste con porfía en acuarelas de utopías para crear nuevas disidencias destinadas
a salir de la olla de grillos del sumo de las cosas actuales en las que
llamarse lucho, paola, brayan o perico de los palotes da lo mismo, aunque crean
ser productos de marcas diferentes.
Dejó
dicho que en cualquier momento retornará como una muchedumbre llamada Inkarri.
Todo
ha quedado en sus manos y en sus ganas de vivir sin desperdicios.
Martin
Mendo
Febrero
2015
Imagen
Google:
formaculturayartecusco,blogspot.com
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