Sin son y con ton

(Delirio pre navideño después de una puesta en escena parlamentaria)

Dale que dale
En nombre del progreso
Prosperidad
Buenas costumbres
Amor por los demás
Estado de derecho
Vamos justicia
Bienestar
Diversidad cultural
Inclusión
Igualdad
Derechos humanos
Vamos héroes de televisión
Locutores dedicados a la filosofía
Suerte de idiotismo
En un país donde el ladrón de corbata
Señala a todos como viles ladrones
Somos 100 por ciento políticos
Estrategas de futbol
Sacerdotes moralistas
Cocineros para chuparse los dientes
Comentaristas de radios y esquinas
Dueños de condominios
De todo y de nada
De lo mío y de lo tuyo también mío
Viva el nuevo año
La era del conocimiento
El día de los enamorados
De la madre y del padre
De la patria del totochín
Cholo negro chino indio
Ignorante de mierda
Puta maricón terrorista indigente
Informal ambulante triciclero
Juan Pérez
Alias el negro rudy
Moneda corriente del atraso
Viva el Señor de los Milagros
Viva la Navidad desde octubre
Viva el pensamiento correcto
Guardemos estampitas
Encendamos velas
Escojamos marcas
Elevemos la autoestima
Somos productos de vitrina
Elijamos la emoción
La subjetividad
La percepción
La conjetura
El prejuicio
En su valor de verdades científicas
¿Quién dice que lo razonable no tiene corazón?
¿Usar vendas en los ojos acaso está prohibido?
El currículo escolar es una venda aplaudida
El currículo vitae es otra de tantas
Que han inmigrado de los ministerios mundiales
Dale que dale
La flauta de Hamelin
Que ha inmigrado de la Baja Sajonia
Para quedarse en la Plaza Bolívar
Sigue nomás
En medio de la torre de Babel
Que todo vale Gonzáles Prada
Menos tu muérdago santaláceo
“En el Perú donde se pone el dedo salta la pus”
Ahora que estamos ebrios
Llenos de llagas pro-democráticas
Al estilo Grecia antigua
Aquella con esclavos
Camino al primer mundo como una idea colosal

Martín Mendo
Diciembre 2014

Imagen de Google: matemolivares.com



EL ADIVINO

El adivino dio inicio al espectáculo con teatro lleno:

Señoras y señores, soy adivino desde muy joven. En casa adivinaba lo oculto de la conversación en voz baja de mi padre con sus amigos, mientras mi madre se apuraba en la cocina. Adivinaba las intenciones del señor Kuperman, cuando llegaba con piezas de tela sobre el hombro para ofrecerlas como casimir inglés, mientras frotaba una parte del tejido como si estuviera lavando, para demostrar que no se arrugaba. También adivinaba cuando Maruja, la estrella del sur, me decía que me quería y que no había estado la última matiné, en la última fila del cine, acompañada de sospechas. 

Capturada la atención de los asistentes con su introducción, continúo:

Por eso ahora, luego de años de adiestramiento soy capaz de adivinar hasta lo que hay debajo de cualquier alfombra. Adivino lo que contienen las cuentas bancarias de algunos autoridades y negociantes, el corazón de las promesas hechas en variados púlpitos, en las sentidas declaraciones periodísticas de los parlamentarios cuando su organización gobierna y lo que contradicen cuando su organización no gobierna

En ese momento fue interrumpido por uno de los asistentes que, con voz estentórea le increpó:

Todo eso lo puede adivinar cualquiera…eres un farsante, que me devuelvan mi plata.

El adivino cuestionado solo contestó:

Soy adivino porque digo lo que veo, mientras que muchos callan, cierran los ojos y, menos, adivinan.

Terminó la función sin aplausos, ni abucheos. Se fue el adivino, sin pena ni gloria. Solo quedó el silencio en su reemplazo, mientras los asistentes salían del teatro. Aquel silencio frío que llena vacíos y reclama siempre que todos seamos adivinos. 

Martín Mendo
Octubre 2014

Imágen de Google: sobrenaturalymas.blogspot

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