Orilla |
La orilla es una frontera móvil,
¿O un serpenteante reptil entre la playa y el mar?,
¿Es murmullo suave de espuma?,
¿Palabra queda?,
¿Deseo impenitente?,
¿Ansia acorralada?
La orilla es piel erizada,
Ondulaciones del miedo,
Ganas silenciosas,
Destino incierto.
Es ribera de aguas inquietas,
De mares interiores profundos,
Sedimentos oscuros,
Celos autistas.
Es marea agresiva,
Balbuceos de lo nunca dicho,
Piel desollada por la metamorfosis,
Ilusión del retorno.
La orilla es movimiento de aguas y de gente.
Es tibio aliento en el cuello de la orilla ajena
Penúltimas sensaciones
Martín Mendo
Oportunidades
Las oportunidades son duendes ocultos en los aires, tras árboles
añejos y matorrales de la vida.
Son arco iris y aguaceros no percibidos por miradas distraídas.
El ojo zahorí de cada uno tiene que descubrirlas en su escondite
y cogerlas de sorpresa para disminuir sus naturales resistencias.
Las oportunidades existen disfrazadas de ausencia.
No suelen aparecer como
lágrimas sentidas de dolor o de alegría, o como un bebé que nace después
de muchas evidencias y de esperas.
Las oportunidades ya visibles o las recientemente identificadas
producen emociones y conductas.
Frente a
ellas nos hacemos oportunos, inoportunos u oportunistas.
Depende de la actitud de cada quien, de cómo
piensa, cómo siente, cómo hace las cosas, de cómo se relaciona con otros, si
los ve como personas o los ve como competidores a los cuales tiene que
anticiparse para gozar sólo de la oportunidad.
Una persona oportuna es aquella que mira la oportunidad, piensa
si va a servir, si a él le correspondería su uso, si prefiere que otro la
aproveche.
Un inoportuno es el que mete la pata por torpeza casual.
Un oportunista, en cambio, está negado a lo común, porque aún
estando con otros solamente piensa en sí, buscando los pretextos a una conducta
que solo algunos se tragan como anzuelos sin carnada.
Penúltimas sensaciones
Martín Mendo
Comentario recibido por correo electrónico:
ResponderEliminarMuy bonito poema don Martín Mendo
La orilla también puede ser el cambio permanente, pues ninguna orilla es igual a otra y ninguna orilla se repite igual dos veces o el tránsito obligado para la evolución terrena o el génesis antiguo, el más antiguo del origen del hombre, así la orilla parió la semilla a la cual debemos nuestra existencia. Sería, entonces, la orilla, nuestra madre lejana a la cual volvemos añorantes todos los veranos, como agradecidos a arrullarnos entre sus brazos.
Tu poema es muy hermoso y gracias por la reflexión y esta breve inspiración.
Un abrazo
Manuel Nieto Salas
GRACIAS MANOLO
ResponderEliminarME GUSTA MUCHO
La orilla es una frontera móvil,
¿O un serpenteante reptil entre la playa y el mar?,
¿Es murmullo suave de espuma?,
¿Palabra queda?,
¿Deseo impenitente?,
¿Ansia acorralada?
ABRAZOS
jc