Al caer la tarde cansada Abre bien las ásperas ventanas Observa la paciente caída de algunas hojas de los eucaliptos, el sosiego del vuelo de las mariposas que hoy nos visitan, las pisadas firmes de los jornaleros del retorno de la ida de todos los días Mira el éxtasis del silencio del tiempo en el rostro de la gente después de un día de marchas y contramarchas, en el sendero con pequeñas piedras al borde de la acequia cautiva, en la vecina noche de luna lunera con la altivez de su cuarto creciente, en los pies prestados y ágiles de los destinos inciertos de los arcos iris. Pasea en calma, entre la calma de árboles. Te esperan los sauces llorones de tu imaginación galopante, oye el canto airoso de las cuculíes y comparte con ellas ansiosa libertad, abraza las edades y las historias que rozan apenas nuestras pieles También, mañana, abre las ventanas, acéitalas, compañera v
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