Simple anécdota En el país de las modernidades salvajes se ha renovado la costumbre de los notables de oficio para tener bolsillos con dinero público y gastar en lugares públicos por asuntos privados. A modo de excepción, el día menos esperado saltó la liebre y los notables fueron acusados de mal uso del dinero de todos. Las flechas volaron al encuentro de los cuerpos de acusados y acusadores. Los representantes acusados mueven sus hilos con agilidad y responden preguntas a los periodistas mágicos, para demostrar sus inocencias. En improvisadas conferencias de prensa exponen sus caras de circunstancias, sus narices respingadas y sus modosas formas de hablar de la democracia y de las buenas costumbres. No existen delitos -opinan- porque han viajado a provincias, responsablemente, a rendir cuentas a la gente que representan. La festiva asistencia a eventos públicos, en los que han sido cogidos por la mirada pública, tiene carácter privado. Pero en el mismo lugar, oh coincidencia
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